viernes, 13 de abril de 2012

Saberes Universales. Yo, mi, me, conmigo. ATARDECER BINARIO: ENCONTRÉ OTRA DE MI ESPECIE.



    Me encuentro sentada, encogida en mi misma. Cuestionándome, esos adjetivos que te pone la gente cuando vive contigo y que  etiqueta parte de tu personalidad. No me ofenden. A veces cuando se repite la etiqueta me siento a reflexionar. Igual hay algo que cambiar. El tema es que... ya os dije: soy binaria, no sé si coincide con el término médico, pero sé que: "O esto ó lo otro.”  Mis conciudadanos al poco de conocerme siempre terminan diciéndome: “No todo es blanco ó negro, existe el gris. La vida tiene matices”. Aquí arrugada en mi misma, por mucho que quiero razonar, el gris no lo entiendo. En realidad lo detesto. Para mi esos matices son la justificación que encuentran los tibios y que evidencia su mediocridad. Además  quieren que todos seamos como ellos. Julio Cortázar  les denomina esperanzas. No los soporto.
    Hace unos días en el telediario, encontré otra como yo: Binaria. Me alegre. Creo que no somos muchas/os. Os explico. Le hicieron una entrevista a la primera mujer farmacéutica que había entrado en la Academia de Farmacia de España. No sé, a simple vista, tendría unos 60 años, y la periodista le preguntó: “Desde que usted entró en la Academia, la primera mujer que lo conseguía ¿Hay más igualdad? ¿Han cambiado las cosas? Y ella  tranquilamente, pero con un toque binario claro, le contestó: “Creo que no, porque si no, no me harías esta pregunta. Y si  en realidad no hay igualdad todavía, los que andan retrasados que se den prisa. Porque hace tiempo que el mundo sabe que somos iguales hombres y mujeres y que tenemos los mismos derechos”. Así acabo la entrevista. Ante esta respuesta solo cabe decir: Pues sí. Es que en un razonamiento binario razona así: O hay igualdad y no hay porque hablar de ella, como que el cielo está arriba y no andamos todo el día , cuestionando su localización ó si lo hablamos es porque algo pasa y si pasa ya aburre. Y esto me recuerda a lo que sienten muchas creadoras, lo noto cuando hablo con ellas, no quieren hablar de desigualdades. El género no les marca mientras crean, se sienten personas, artistas, y quieren tener las mismas oportunidades sin tener que estar reivindicándose todo el día. Estoy de acuerdo aunque creo que queda todavía, una lucha para la visibilidad. Dicho esto, voy a cambiar mi estrategia dialéctica, que siempre me lleva a un diálogo de besugos. Porque hoy en día, ironías de la vida: nadie es machista y hay igualdad desde hace muchos años ya. Así que desde ahora cuando vea una desigualdad entre hombres y mujeres, en cualquier área, no solo la artística, voy a empezar a decir: “Ponte al día que aburres”. Siento exactamente igual que la farmacéutica. Además en cuanto pones en evidencia la injusticia, ya eres una feminista pesada. La verdad es que tratar con incultos/as te hace bajar el nivel, pero feminista es la que defiende la igualdad entre hombres y mujeres, entonces ¿Por qué es peyorativo serlo?  ¿Por qué no lo somos todos/as? Pero creo que en estos tiempos la mejor defensa es un ataque certero: “Ponte al día, que aburres y si quieres te doy una bibliografía para que te ilustres”. ¿Veis? Binaria en estado puro. No lo puedo remediar. Tendré que dejar que esa etiqueta se quede en mí por ahora, no puedo quitármela. Es esencia.  
    Me levanto de mi letargo para seguir caminando y recuerdo con agrado unas conversaciones que he tenido, hace poco, con diferentes hombres, en diferentes circunstancias, y que me recuerdan a aquel libro que leí hace 20 años de Anaïs Nin  y dónde habla del hombre sensible. En  la siguiente: “Yo mí, me, conmigo”,  que en realidad pretende ser, un: “Tu, te, ti contigo”. Os contaré lo que he descubierto. Estos escritos solo pretenden ser una charla del acontecer entre las especies femenina y masculina. Encontrar la unión de los saberes de ambos y criticar la manipulación que se nos hace para separarnos de algo innato: ambos somos seres humanos. ¿Por qué entonces le damos tantas vueltas? Son las puñeteras y puñeteros esperanzas, que ahora son multitud y en realidad... Me callo que si no, no acabo. Nos leemos. Agur.
Arantxa